martes, 7 de agosto de 2012

Conferencia de Berlín


Para resolver el conflicto creado sobre la soberanía del Congo, Bismarck, que hasta entonces no se había interesado por el tema colonial, convoca una conferencia en Berlín, cuyos objetivos eran los siguientes:


  • Mantener la política de equilibrio europeo. El sistema de alianzas creado por la diplomacia de Bismarck con el objetivo de mantener la paz en Europa podría derrumbarse por las tensiones generadas en la expansión colonial. Se trataba, pues, de transferir el sistema de Bismarck a las colonias y que Alemania asumiese el mismo papel mediador que había realizado en el orden internacional.

  • Creación de un Imperio Colonial para Alemania. La falta de un imperio colonial era una traba importante para el desarrollo económico alemán; el cierre de los mercados europeos con el retorno al proteccionismo creaba dificultades y ahogaba el ritmo de crecimiento industrial. La posibilidad de obtener mercados potenciales sería, por tanto, un factor a considerar en la tardía incorporación de Alemania a la carrera imperialista.


La Conferencia de Berlín de 1885 reunió a representantes de 12 naciones europeas, además de una representación de Estados Unidos y Turquía para abordar el problema del Congo y establecer las líneas directrices del reparto de África, alejando de momento el riesgo de un conflicto militar de raíz imperialista. Los principios básicos establecidos en la conferencia fueron los siguientes:


  1. Reconocimiento de la Asociación Internacional Africana, como Estado Libre del Congo bajo la soberanía de Leopoldo II. El parlamento belga le autorizó a gobernar a título personal, aunque más tarde, se integraría en Bélgica. De esta manera el Valle del Congo con todos sus recursos potenciales se confería a una potencia de segundo orden; evitando de esta manera el enfrentamiento directo de franceses, ingleses y alemanes.

  1. Libertad de navegación por los ríos Níger y Congo, excluyendo su monopolio por ninguna potencia y facilitando el acceso y explotación del interior del continente.

 El punto más importante radicó en el reconocimiento de que el control de la costa no implicaba una ocupación efectiva del territorio. Hasta entonces había prevalecido la doctrina que establecía que la ocupación de la costa legalizaba la del interior, sin que fuera necesaria su ocupación inmediata. Esta doctrina desató una carrera colonial desde las zonas costeras al interior, con el fin de controlar la mayor parte de territorios posibles.


Así, prescindiendo de supuestos geográficos, históricos o jurídicos se legalizaba la ocupación efectiva de los territorios africanos. El carácter de la colonización se modificó: el imperialismo militar venció al imperialismo geográfico o económico. Las adquisiciones se multiplicaron y en 1890 África se encontraba totalmente repartida.


En los años siguientes a la Conferencia de Berlín se firman una serie de tratados que permiten efectuar lo que el periódico inglés "The Times" definió como el Scramble de África (el "revoltijo" de África). Gran Bretaña amplió sus dominios en el África Oriental (Uganda, Rhodesia, Bechuanalandia) y occidental (Nigeria); la explotación colonial se realizó primero a través de grandes compañías comerciales, y posteriormente, por el dominio directo de la metrópoli.


En la Conferencia de Berlín, Alemania obtuvo un imperio colonial: Togo, África del Sudoeste (Namibia) y el África Oriental Alemana (Tanzania). En África Oriental el expansionismo británico y alemán chocaron; por ello, ambos países tuvieron que suscribir el tratado de Heligoland (1890) que delimitó sus respectivas áreas de influencia. Así, el proyecto de Cecil Rhodes de crear un inmenso dominio en todo el África Oriental desde El Cairo a El Cabo ("imperio vertical"), unido por ferrocarril y líneas telegráficas, queda imposibilitado por la colonia alemana de Tanzania.


Francia consolida su dominio sobre la orilla derecha del Congo y con el Senegal forma el África Occidental Francesa. Fracasa, sin embargo, el proyecto de formar un Imperio "horizontal", uniendo el Atlántico con el Indico a través de Sudán. Es precisamente en Sudán donde se produce la más importante crisis colonial de fines del siglo XIX: el incidente de Fachoda (1898). Un ejército francés, dirigido por el general Marchand, avanza hacia el Sudán, al tiempo que un ejército británico, dirigido por Kitchener, desde Egipto. Ambos se encuentran en Fachoda. El ejército francés llega primero, pero su inferioridad militar le obliga a retirarse. El incidente de Fachoda generó un nuevo foco de conflicto franco-británico hasta la firma de la Entente Cordiale (1904), en virtud de la cual Francia reconocía el dominio británico en Egipto y Sudán a cambio de actuar libremente en Marruecos.


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