A
principios del siglo XIX, los comerciantes británicos, por medio de la East
Indian Company, abastecieron a China del opio, una droga que fue consumida por
la sociedad china causando adicción.
Para
resolver este problema, el gobierno chino buscó suprimir el comercio de opio,
por lo que en el año de 1839, confiscó todos los almacenes de opio ubicados en
el puerto de Cantón, destruyendo mil trecientas toneladas de opio y se expulsó
a los comerciantes ingleses (Mecchia, 2014).
Derivado
de esa acción, los representantes de la East Indian Company, se quejaron ante
la Corona Inglesa. El comercio que se tenía entre Inglaterra y China era
controlado por esta compañía, la cual le vendía al país asiático algodón, opio
y especias y obtenía de éste té. El consumo de té por parte de Inglaterra era
mayor al consumo de productos ingleses por parte de China, obteniendo éste un
superávit de $26’000,000.00, durante la primera década del siglo XIX (Celaya, Valdez, & Ochoa, 2010).
Por
consiguiente, la Corona Británica aprovecho el incidente para enviar a sus
tropas, con el objeto de obligar a China a pagar indemnización a Inglaterra,
abrirse al comercio, abrir puertos al comercio, entre otras cosas.
Los
ingleses vencieron en el conflicto, obligando a China a firmar el tratado de Nanjing, el 29 de agosto de 1842, así como un
tratado complementario, el 8 de octubre de 1843, ambos contemplaron el pago de
una indemnización por parte de los chinos, por la cantidad de 21 millones de
dólares, la cesión de cinco puertos para el comercio y la residencia de
británicos en los mismos, fuero para los ciudadanos ingleses en China, con el
objeto de ser juzgados únicamente en cortes británicas, y el control de Inglaterra
sobre Hong Kong.
En
octubre de 1856, un buque contrabandista británico el “Arrow”, fue detenido por
los chinos cerca de Cantón, lo que sirvió de pretexto a los ingleses de enviar
nuevamente buques de guerra a China. Lo anterior, derivado a que en Inglaterra
se vivía en esa época, una crisis económica, por lo que los empresarios
presionaban al gobierno inglés a aumentar su penetración en China (S.G.M., 2010).
Posteriormente,
varios buques británicos de guerra, procedentes de Hong Kong, aparecieron en
Cantón, bombardeando la ciudad, en la que subsecuentemente desembarco una
fuerza de 5000 hombres. En la batalla callejera, fueron incendiadas propiedades
británicas y francesas, aprovechando Francia la muerte de un misionero
francés para aliarse con los británicos
y atacar a China.
Derivado
de este conflicto, y con el objetivo de evitar que las fuerzas extranjeras
avanzaran sobre Pekín, se negoció el Tratado
de Tianjin, en el cual se abrieron nuevos puertos al comercio, se permitió la
residencia de emisarios extranjeros en Pekín, se dio libertad de movimientos a
los misioneros cristianos y se permitieron los viajes al interior. Sin embargo
el rechazo chino a ratificar este tratado, llevó a un ataque anglo-francés a
Pekín y el incendio del Palacio de Verano, hasta que en 1860 se firmó la
Convención de Pekín, por la cual los chinos se comprometían a acatar el tratado
de 1858.
Asimismo,
China se comprometía a pagar una enorme indemnización y que la península de
Kowloon, frente a Hong Kong, fuera cedida a Gran Bretaña (S.G.M., 2010).
Este
conflicto y su resolución a favor de la potencia imperialista británica,
facilitaron la irrupción en el escenario de otras potencias como Estados Unidos, Francia y Rusia
que forzaron a China a firmar diversos
convenios que recibieron la denominación de “Tratados Desiguales”. Como consecuencia
de ellos, en 1860 China se vio apremiada a abrir otros once puertos al
comercio exterior, entre otras cosas.
Las Guerra del Opio destruyeron las viejas formas de vida y economía del
sur de China, de tal manera que ocurrieron varias rebeliones de campesinos
alrededor de 1840, hasta llegar a la Rebelión de los Taiping, la mayor revuelta
en la historia de China. El líder de los Taiping era Hung Hsiu-ch’uan,
originario de una villa cerca de Cantón, que se creía elegido por Dios para
salvar al mundo, adoptando una confusa interpretación del cristianismo como su
doctrina guía para destronar a los Manchúes y cambiar a la sociedad. La
combinación de fervor religioso y los sentimientos anti-Manchú atrajeron a más
de 30,000 seguidores en poco tiempo, con los que en 1852 se proclamó el
T’ai-p’ing T’ienkuo (El Celestial Reino de la Gran Paz), y en 1853 tomaron la
ciudad de Nanjing y la convirtieron en su capital.
En el mismo período surgieron otras revueltas, como la Rebelión Nien en
el noreste y las rebeliones musulmanas en el suroeste y el noroeste, por lo que
ante el temor que se unieran los rebeldes y se apoderaran de China, el gobierno
Ch’ing creó ejércitos regionales compuestos totalmente por chinos y bajo el
mando de chinos de la nobleza erudita. Los comandantes de las nuevas fuerzas,
totalmente leales a la dinastía – Tseng Kuo-fan, Tso Tsung-t’ang y Li
Hung-chang – acabaron con los rebeldes con el apoyo de armas y asesoría
occidentales, y aniquilaron a los Taiping en 1864, a los Nien en 1868, y a los
musulmanes en 1873.
A
pesar de haber sido suprimidas las rebeliones sociales, el país seguía siendo
víctima de violencia por parte de las potencias extranjeras, un claro ejemplo
fueron los siguientes acontecimientos:
·
Masacre
de Tianjin por parte de tropas francesas en 1870.
·
Crisis
con Rusia
·
Guerra Chino-Francesa de 1884 a 1885
·
Guerra Chino-Japonesa de 1894 a 1895
Las reformas impulsadas por el gobierno imperial fueron insuficientes y
tardías, ya que se requería un cambio radical y la idea de destronar a los
Manchúes fue planteada por Liang Ch’i-ch’ao en su concepto de sin min (gente
nueva). A través de una revista publicada en Japón, donde había huido después
de los Cien Días, Liang convocó a los chinos a renovarse, y a considerarse como
ajenos la gobernante dinastía Manchú y aunque no aconsejaba destronar a la
dinastía, su mensaje fue adoptado rápidamente por líderes más radicales que ya
estaban encaminándose hacia la revolución.
Uno de estos líderes fue Sun Yat-sen, hoy reconocido como el padre de la
moderna China tanto por Nacionalistas como por los comunistas, y que provenía
de una familia campesina de las cercanías de Cantón, el tradicional baluarte de
los rebeldes anti-Manchúes. Sun tuvo una educación tradicional china durante
sus primeros años, se educó en Hawai convertido al cristianismo, y por un corto
tiempo siguió una carrera como médico, antes de dedicarse a la política e
intentar proponer un programa de reformas a Li Hung-chang en 1894. Después de
formar una sociedad revolucionaria secreta y planear un fracasado levantamiento
en Cantón en 1894, Sun inició un largo período de exilio fuera de China,
obteniendo un gran reconocimiento como líder revolucionario en 1896, cuando fue
arrestado en la legación china en Londres y posteriormente rescatado, lo cual
fue publicitado con tintes sensacionalistas en los diarios.
En 1905, se reunieron en Japón varios grupos revolucionarios y formaron
la Sociedad de la Alianza Revolucionaria, con un programa consistente en los
hoy famosos Tres Principios Populares: Nacionalismo, librando China de todo
control extranjero; Democracia, destronando a los Manchúes y estableciendo un
sistema político democrático y el Apoyo Popular. Aunque el propio Sun no podía
residir en China, los miembros de la alianza se infiltraron en muchas
organizaciones sociales y el espíritu revolucionario proclamado por Sun tuvo
gran aceptación especialmente entre los estudiantes y soldados.